jueves, 16 de noviembre de 2017

Lectura del cuento 1 "B"



Hansel y Gretel
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En una cabaña cerca del bosque vivía un leñador con sus dos hijos, que se llamaban Hansel y Gretel. El hombre se había casado por segunda vez con una mujer que no quería a los niños. Siempre se quejaba de que comían demasiado y que por su culpa, el dinero no les llegaba para nada.

– Ya no nos quedan monedas para comprar ni leche ni carne – dijo un día la madrastra – A este paso, moriremos todos de hambre.
– Mujer… Los niños están creciendo y lo poco que tenemos es para comprar comida para ellos – contestó compungido el padre.
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– ¡No! ¡Hay otra solución! Tus hijos son lo bastante espabilados como para buscarse la vida ellos solos, así que mañana iremos al bosque y les abandonaremos allí. Seguro que con su ingenio conseguirán sobrevivir sin problemas y encontrarán un nuevo lugar para vivir – ordenó la madrastra envuelta en ira.
– ¿Cómo voy a abandonar a mis hijos a su suerte? ¡Son sólo unos niños!
– ¡No hay más que hablar! – siguió gritando – Nosotros viviremos más desahogados y ellos, que son jóvenes, encontrarán la manera de salir adelante por sí mismos.
El buen hombre,  a pesar de la angustia que sentía en el pecho, aceptó pensando que quizá su mujer tuviera razón y que dejarles libres sería lo mejor.
Mientras el matrimonio hablaba sobre este tema, Hansel estaba en la habitación contigua escuchándolo todo. Horrorizado, se lo contó al oído a su hermana Gretel. La pobre niña comenzó a llorar amargamente.
– ¿Qué haremos, hermano, tú y yo solitos en el bosque? Moriremos de hambre y frío.
– No te preocupes, Gretel, confía en mí ¡Ya se me ocurrirá algo! – dijo Hansel con ternura, dándole un beso en la mejilla.
Al día siguiente, antes del amanecer, la madrastra les despertó dando voces.
– ¡Levantaos! ¡Es hora de ir a trabajar, holgazanes!
Asustados y sin decir nada, los niños se vistieron y se dispusieron a acompañar a sus padres al bosque para recoger leña. La madrastra les esperaba en la puerta con un panecillo para cada uno.
– Aquí tenéis un mendrugo de pan. No os lo comáis ahora, reservadlo para la hora del almuerzo, que queda mucho día por delante.
Los cuatro iniciaron un largo recorrido por el sendero que se adentraba en el bosque. Era un día de otoño desapacible y frío. Miles de hojas secas de color tostado crujían bajo sus pies.
A Hansel le atemorizaba que su madrastra cumpliera sus amenazas. Por si eso sucedía, fue  dejando miguitas de pan a su paso para señalar el camino de vuelta a casa.
Al llegar a su destino, ayudaron en la dura tarea de recoger troncos y ramas. Tanto trabajaron que el sueño les venció y se quedaron dormidos al calor de una fogata. Cuando se despertaron, sus padres ya no estaban.
– ¡Hansel, Hansel! – sollozó Gretel – ¡Se han ido y nos han dejado solos! ¿Cómo vamos a salir de aquí? El bosque está oscuro y es muy peligroso.
– Tranquila hermanita, he dejado un rastro de migas de pan para poder regresar – dijo Hansel confiado.
Pero por más que buscó las miguitas de pan, no encontró ni una ¡Los pájaros se las habían comido!
Desesperados, comenzaron a vagar entre los árboles durante horas. Tiritaban de frío y tenían tanta hambre que casi no les quedaban fuerzas para seguir avanzando. Cuando ya lo daban todo por perdido, en un claro del bosque vieron una hermosa casita de chocolate. El tejado estaba decorado con caramelos de colores y las puertas y ventanas eran de bizcocho. Tenía un jardín pequeño cubierto de flores de azúcar y de la fuente brotaba sirope de fresa.
Maravillados, los chiquillos se acercaron y comenzaron a comer todo lo que se les puso por delante ¡Qué rico estaba todo!
Al rato, salió de la casa una mujer vieja y arrugada que les recibió con amabilidad.
– ¡Veo que os habéis perdido y estáis muertos de hambre, pequeños! ¡Pasad, no os quedéis ahí! En mi casa encontraréis cobijo y todos los dulces que queráis.
Los niños, felices y confiados, entraron  en la casa sin sospechar que se trataba de una malvada bruja que había construido una casa de chocolate y caramelos para atraer a los niños y después comérselos. Una vez dentro, cerró la puerta con llave, cogió a Hansel y lo encerró en una celda de la que era imposible salir. Gretel, asustadísima,  comenzó a llorar.
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– ¡Tú, niñata, deja de lloriquear! A partir de ahora serás mi criada y te encargarás de cocinar para tu hermano. Quiero que engorde mucho y dentro de unas semanas me lo comeré. Como no obedezcas, tú correrás la misma suerte.
La pobre niña tuvo que hacer lo que la bruja cruel le obligaba. Cada día, con el corazón en un puño, le llevaba ricos manjares a su hermano Hansel. La bruja, por las noches, se acercaba a la celda a ver al niño para comprobar si había ganado peso.
– Saca la mano por la reja – le decía para ver si su brazo estaba más gordito.
El avispado Hansel  sacaba un hueso de pollo en vez de su brazo a través de los barrotes.  La bruja, que era corta de vista y con la oscuridad no distinguía nada, tocaba el hueso y se quejaba de que seguía siendo un niño flaco y sin carnes.  Durante semanas consiguió engañarla, pero un día la vieja se hartó.
– ¡Tu hermano no engorda y ya me he cansado de esperar! – le dijo a Gretel – Prepara el horno, que hoy me lo voy a comer.
La niña, muerta de miedo, le dijo que no sabía cómo se encendían las brasas. La bruja se acercó al horno con una enorme antorcha.
Image result for hansel y Gretel– ¡Serás inútil! – se quejó la malvada mujer mientras se agachaba frente al horno – ¡Tendré que hacerlo yo!
La vieja metió la antorcha dentro del horno y cuando comenzó a crepitar el fuego, Gretel se armó de valor y de una patada la empujó dentro y cerró la puerta. Los gritos de espanto no conmovieron a la chiquilla; cogió las llaves de la celda y liberó a su hermano.
Fuera de peligro, los dos recorrieron la casa y encontraron un cajón donde había valiosas joyas y piedras preciosas. Se llenaron los bolsillos y huyeron de allí. Se adentraron en el bosque de nuevo y la suerte quiso que encontraran fácilmente el camino que llevaba a su casa, guiándose por el brillante sol que lucía esa mañana.
 A lo lejos distinguieron a su padre sentado en el jardín, con la mirada perdida por la tristeza de no tener a sus hijos. Cuando les vio aparecer, fue corriendo a abrazarles.  Les contó que cada día sin ellos se había sido un infierno y que su madrastra ya no vivía allí. Estaba muy arrepentido. Hansel y Gretel supieron perdonarle y le dieron las valiosas joyas que habían encontrado en la casita de chocolate.
¡Jamás volvieron a ser pobres y los tres vivieron muy felices y unidos para siempre!

Final de "Familias familiares"





Lee el final del texto "Familias familiares" y enseguida realiza un comentario sobre que te pareció y si tu lo cambiarías, ¿Cómo te gustaría que hubiera acabado?





miércoles, 15 de noviembre de 2017

¡A engordar el sujeto y el predicado!

Esta es una actividad que realizaron los alumnos dentro del salón de clases. Se les dió la oración "Galileo no podia leer" y se les pidió que realizaran una historia. estos fueron los resultados:



  • Galileo era un niño que no tenia  familia, era un niño muy guapo y listo y no podia leer. El vive en México. Todos se burlaban de él y Galileo se enojaba mucho. Galileo no podia leer porque estaba ciego y lo llevaron a una escuela para ciegos.
         Por: Valeria


  • Galileo no podía leer porque estaba ciego. Galileo era un niño que sabía lo que pasaba pero su mayor deseo era ayudar a sus amigos y un día se cumplió, les ayudó a prender la luz de una fogata y todos estuvieron felices para siempre.
           Por: Scarlett y Diego

  •  Galileo hizó la tarea con su mamá. La mamá leyó la tarea y galileo escribió. La mamá le revisó si estaba bien y Galileo si estaba bien y Galileo estaba feliz y se durmió temprano para que llegue temprano, para que sea el primero en llegar a la escuela porque no sabía leer.
          Por: Evan

  • Galileo era un niño muy bien portado pero lo unico que no podía hacer era ver, era un niño ciego y era muy grande y flaco y sus amigos también eran ciegos y apareció un Dios y Galileo le preguntó:
          - ¿Por qué estoy ciego? - dijo Galileo - ¿entonces como te puedo ver?
          - Por que seras el siguiente Dios.
          Y Galileo se escapo y se convirtió en un niño Dios.
          FIN
      
           Por: Fernanda y Kamila



  • Un niño que se llamaba Galileo era un niño que vivía en México y el fue a la casa de su tía y su tía le dijo: - tengo lentes para ti-. Y fue feliz 
          Por: Belén



  • Galileo no podía leer y se puso triste y le dijo a su hermana - ¿sabes leer?- y le dijo si y Galileo le dijo - ¿me enseñas?- y le dijo si y pronto aprendió a leer y FIN.
          Por: Leilany


  • Galileo no podía leer porque estaba comiendo y al rato se durmió   y  no pudo leer y el dia siguiente fue a buscar un libro y no había y su mamá lo recojió a la biblioteca de la escuela y era inteligente y blanco.
          Por: Cristian y Luis


  • Galileo no podía leer porque  no iba en la escuela. pero su papá lo quizó meter. Galileo era un niño.
          Por: Octaavio y Oscar Emiliano


  • Galileo vive en la playa. Galileo no podía leer porque era ciego y su familia fue a una junta de sus primos de la escuela y su familia lo llevó a una escuela para ciegos porque podía causar problemas  y al final Galileo tuvo muchos amigos ciegos y Galileo era un niño muy valiente.
         Por: Renata



  • Galileo no podía leer porque no podía ver. Un día un señor le preguntó -¿tienes familia?- dijo que "si" pero no estaba con ella.

         Por: Nicolás y Axel



  • Galileo no podía leer y se puso muy triste porque no podía leer y le preguntó a su papá -¿Por qué no puedo leer?- y le dijo el papá - Es que tienes que practicar para que puedas leer y unos niños se burlaron de él y le dijo a la maestra y le dijo a los niños que le hicieron bullying, y los castigó y los suspendió de la escuela por 20 días.

         Por: Alma y Jackelinee

Reseña de un cuento 3°B

Busca un cuento y dale lectura en compañía de tus padres, después en un comentario escribe una reseña para recomendarlo a los demás. La reseña deberá contener lo siguiente:

1.- Datos del cuento
2.- Resumen de la historia (La extensión no debe superar las 10 líneas) ¡No reveles el final!
3.- Opinión personal, puedes hablar un poco de los personajes y sobre cómo te pareció
4.- ¿Por qué recomendarías este cuento a los demás?

martes, 14 de noviembre de 2017

Ordenando el texto 2° B


Después de haber realizado la lectura de los capítulos  4 y 5 del texto "Familias familiares" en el aula, ordena las siguientes frases  de acuerdo al orden en que sucedieron.


Capítulo 4
  • Empaqué mi saco de ropavejero y huí una tarde soleada. 
  • Seguimos escalando el montón de desperdicios hasta la parte más alta. Allí estaba el amo y señor de los basureros.
  • Entendí que hay muchos tipos de familia. 
  • - ¿Conque andas buscando una familia a tu gusto? Pues bien, yo te la mostraré. Ven conmigo.
  • - Te voy a presentar al Rey de la basura para que él decida si te quedas o no con nosotros.
  • Me fui bajo la luz de la luna, casi en la madrugada.
  • Vi a un hombre vagabundo, con una cacerola en vez de sombrero y un mecate en vez de cinturon. De cada  bolsa de su enorme gabardina sobresalía la cabecita de un perro.
  • Al rey le gustó lo que le mostré, así que me permitió quedarme a vivir con los pepenadores.
  • mi cama era el cascarond un auto herrumbroso. La comidad consistía en sobras y migajas que obteníamos directamente de la basura.

Capítulo 5

  • En el estacionamiento de una tienda vi una multitud, me acerque a investigar y descubrí que había un circo.
  • Caminé muchísimo, compré un hot-dog y un refresco en una esquina y me los comí con mucgo gusto. la botella de refresco la puse junto al bote de basura para que algún amigo pepenador pudiera clasificarla rápidamente.
  • Entonces agarré mi mochila, me despedí de Franz, de Misquismiquis y del elefante y me fui pensativo bajo la lluvia.
  • Me puse a pensar que si mi amigo, teniendo por padre a un payaso malgeniudo, no se tomaba las cosas tan en serio, entonces yo no debería avergonzarme por las excentricidades de mi papá, mi mamá, hermana y abuela.
  • Cuando se acabó la última y el publico ya se iba, me acerqué al enano y le pedí que me permitiera quedarme con ellos.
  • Una noche, me acercaba a su carpa cuando escuché una discusión y gritos. Era el papá de Franz, que lo zarandeaba.
  • En el circo conocí a Franz, hijo de una familia de payasos.
  • Me dieron ganas de regresar a casa. Ademas, ya se habian acabado los dos meses del supuesto campamento.
  • El enano,que se llamaba Miquismiquis, me presentó a todos los del circo.

Leyendo un cuento en familia 1 "B"


Leyendo un cuento en familia
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Indicaciones:
Leer un cuento de su agrado
Al realizar el comentario en el blog poner el nombre del alumno, título del libro y responder a las siguientes preguntas : ¿De qué trato el texto?, ¿Por qué recomiendan el cuento a las demás personas?

Escribe la reseña de un cuento (2°A)



Investiga y lee un cuento corto, para posteriormente realizar una reseña publicándola en forma de comentario con ayuda de tus papás, con los siguientes pasos:
  • Ficha técnica del libro: incluiremos el título del libro, el autor/a, la editorial, la edición, el número de páginas, el género literario y una foto de la portada.
  • Resumen: la extensión de la sinopsis dependerá de nuestro propio gusto, pero se aconseja no superar las 10 líneas para que no sea excesivamente largo.
  • Valoración literaria: responde a aspectos más técnicos y objetivos. Para ello, hay que hacer un análisis como si fuésemos expertos en la materia.
  • Opinión personal: será la parte donde más te puedas explayar, ya que ahí dirás qué te ha parecido el libro y si lo recomendarías o no.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Reseña de un texto 2° B

Lee un libro corto (cuento) y realiza una reseña, posteriormente publicala en forma de comentario con ayuda de tus papás o algun familiar, para que todos nos enteremos de que trató tu cuento.

Pasos para hacer una reseña:

- Dí de qué trata y cuentanos un poco la historia sin desvelar el final. Cómo y dónde empieza la historia o un breve resumen.


- Hablar sobre los personajes, sus acciones, reacciones. Si te identificáis con alguno de ellos, si estás de acuerdo con sus puntos de vista. Qué cualidades o talentos tienen en común.


- Expresar tu opinión personal y por qué lo recomiendas


- Si te ha emocionado y qué haz sentido.


Si te ha gustado el final o lo cambiarías por otro.


- Si pudieras ponerte en contacto con el autor o autora, qué le preguntarías, qué dudas te han surgido, qué nuevos planteamientos te haces.


- Da tu opinión sobre las ilustraciones, si complementan, solo acompañan al texto o narran por sí solas; si son bellas y originales,etc.

Otro final 3°B

En un comentario, escribe otro final para el cuento "La almohada maravillosa" ya trabajado en clase. 

jueves, 9 de noviembre de 2017

La almohada maravillosa (3º B)

Hace muchísimos años un anciano muy sabio paseaba despacito por un sendero que conducía a la pequeña aldea donde vivía. Iba cargado con un saco, y entre el peso y tanto andar, empezó a notar que sus piernas estaban cansadas y necesitaba reponer fuerzas.


Descubrió una arboleda donde daba la sombra y decidió que ese era el lugar adecuado para hacer un alto en el camino. Buscó el árbol más frondoso, puso una esterilla a sus pies, se sentó en ella, y para estar más cómodo apoyó la espalda en el tronco ¡Descansar un rato le vendría muy bien!

Casualmente pasó por allí un joven campesino.
– ¡Buenas tardes, señor!

El anciano le dedicó una sonrisa e hizo un gesto con la mano derecha para que se sentase a su lado.

– Si quieres descansar tú también, compartiremos la esterilla y nos haremos compañía.

El chico aceptó la invitación y los dos se pusieron a charlar. Después de una hora de animada conversación, el joven, de forma inesperada, le confesó una pena que llevaba muy dentro del corazón.

– Estamos aquí, riendo y pasando un rato agradable… Seguro que usted piensa que soy un hombre feliz, pero las apariencias engañan: mi vida es un desastre y me siento muy desdichado.

El anciano le miró fijamente.

– ¿Y por qué no eres feliz? Eres un chico guapo, estás sano, y gracias a tu trabajo en el campo siempre tienes comida que llevarte a la boca ¿No te parecen suficientes motivos para sentirte dichoso?

El campesino, con los ojos llorosos, se sinceró.

– ¡Mire qué pinta tengo! Mi ropa es vieja y a pesar de que trabajo quince horas diarias sólo puedo permitirme comer pan, sopa y con suerte, carne un par de veces al mes ¡Mi sueño es convertirme en un hombre rico para disfrutar de las cosas buenas de la vida!

El viejo le preguntó con curiosidad.
– ¿Y cuáles son para ti las cosas buenas de la vida?

Al joven se le iluminó la cara.

– ¡Pues está muy claro! Tener dinero para vestir como un señor, comprarme una bonita casa y comer lo que me apetezca, pero por desgracia, los sueños nunca se hacen realidad.

Nada más pronunciar estas palabras, el campesino, como por arte de magia, se quedó profundamente dormido. El anciano, sin hacer ruido, sacó una almohada de su saco y se la colocó bajo la cabeza para que estuviera más cómodo.

Mientras escuchaba los ronquidos,  susurró:

– ¡Esta almohada hará realidad todos tus deseos!

¡Y es que la almohada no era una almohada normal! No era blanda ni estaba cosida por los lados como todas, sino que era de porcelana y tenía forma de tubo abierto por los lados.

El chico, apoyado plácidamente sobre ella, comenzó a tener un sueño maravilloso.

¿Quieres saber qué soñó?…

Soñó que era el propietario de una elegante casa por la que pululaban un montón de sirvientes, todos a su disposición; por supuesto, iba ataviado con ropa elegante porque ya no era un simple campesino sino un hombre sabio experto en leyes ¡Tenía una vida maravillosa, la que siempre había querido!

El sueño fue muy largo y lo vivió como si fuera absolutamente real. Tan largo fue que hasta pasó el tiempo y conoció a una mujer bellísima de la que se enamoró perdidamente. Por suerte fue correspondido, se casaron y tuvieron cuatro hijos.

Su vida era increíble, pero se convirtió en perfecta cuando el rey en persona le nombró su consejero principal. Empezó a rodearse de gente importante que se pasaba el día haciéndole la pelota y obsequiándole con fabulosos regalos  ¡Ahora sí que había conseguido todo y se consideraba el tipo más afortunado de la tierra!

Así fue hasta que un día las cosas se torcieron. Sucedió algo terrible: un ministro del rey, que le tenía mucha envidia, le acusó de ser un traidor. No era cierto, pero no pudo demostrarlo y  fue llevado ante un tribunal.

Con las manos atadas, tuvo que escuchar el veredicto del juez.

– ¡Este tribunal le declara culpable de traición al soberano! El castigo será el destierro. A partir de hoy, deberá abandonar el país y se le quitarán todos sus bienes.

– ¡Pero si yo no he hecho nada, soy inocente!

– ¡Silencio en la sala! Como acabo de decir, el estado se quedará con todo lo que tiene. Nadie podrá darle trabajo y sólo se le permitirá pedir limosna por las calles ¡Vivirá sin nada el resto de su vida! ¡Dicho esto, que se cumpla la sentencia!

El pánico le invadió y dio un grito de terror que le despertó. Estaba empapado en sudor y le temblaban las manos. Desconcertado, abrió los ojos y vio que a su lado estaba el anciano acariciándole la frente para que se calmara ¡El sueño maravilloso se había convertido en una horrible pesadilla!

– ¿Qué te pasa, muchacho? ¡Has dormido un buen rato!

El chico contestó con la voz entrecortada:

– He tenido un sueño… ¡un sueño espantoso! Bueno, al principio fue bonito porque yo era un hombre rico e importante,  pero alguien me traicionó y me acusó de algo que no había hecho ¡y me condenaron a vivir en la miseria!

– ¡Vaya!… ¿Y qué piensas ahora?

El chico se levantó, se sacudió el polvo de los pantalones, y le dijo sin dudar:

– ¡Pues que ya no quiero ser un hombre importante! Prefiero seguir con mi vida sencilla y tranquila donde no hay gente envidiosa ni falsos amigos. Pensándolo bien, tampoco me va tan mal ¿verdad?

El anciano le guiñó un ojo y le tendió la mano para despedirse.

– Hasta siempre, joven. Espero que a partir de ahora disfrutes de lo que tienes y sepas apreciar que la felicidad no siempre está en tenerlo todo, sino en apreciar las pequeñas cosas que nos rodean.

– Así lo haré, señor. Estoy encantado de haberle conocido y espero que nos veamos en otra ocasión.

– ¡Seguro que sí!

El muchacho se alejó silbando de alegría rumbo a su modesta casa; el octogenario, con mucho mimo, guardó su valiosa y extraña almohada en el saco, por si volvía a necesitarla en otra ocasión.
Después de haber leído el cuento, en un comentario escribe sobre qué trató la lectura.

SERAFÍN, UNA AVENTURA SIN FIN (2° B)



En uno de los barrios de Buenos Aires, vivía Serafín, vivía en San Telmo. Sí ahí mismo, cerquita de la plaza, en donde todos los domingos se baila el tango, !claro, esa misma! Donde van muchos chicos a andar en bicicleta, comer pochoclos o andar en monopatín.

Image result for dibujo de un niño¿Queréis saber cómo era Serafín?, era tan, pero tan alto que a veces a sus amigos le parecía que tocaba el cielo con sus manos y era tan flaco que podía pasar, sin lastimarse, entre dos rejas.

Todas las mañanas colgaba su mochila al hombro, se ponía el gorro rojo de lana, tejido por la tía Felisa, y silbando bajito sé iba a su escuela, de la mano de su abuela.
Los vecinos lo saludaban al pasar:
-chau Serafín saludos a tu mamá
-hola Serafín, ¿cómo anda tu papá?
Y así entre holas y chauses llegaba tempranito y feliz a clase.

¡Ah! ¡Me olvidaba de contarte! Serafín no veía, era ciego, no podía ver ni los árboles, ni el sol, ni la cara de sus amigos. . . Ni una manzana, pero igual los conocía, pues "los tocaba", "los olía", "los escuchaba", sus manos eran cómo mágicas, al tocar la cara de su mamá, él se daba cuenta, si ella estaba contenta o triste, cuando sentía con su nariz la fragancia de los jazmines, mezclado con olor a tortas recién horneadas, sabía que estaba frente a la casa de sus abuelos, podía caminar sin tropezarse por cada calle de su barrio, cuando escuchaba a su perro ladrar salía a la puerta de la casa a recibir a quién lo visitaba.

Sus amigos lo querían mucho y siempre lo ayudaban, en las cosas que por no ver, le resultaba difícil hacer, cómo por ejemplo, jugar a las escondidas. Siempre se escondía con alguno de ellos. Él estaba feliz de tener esos amigos, pero apenado porque nunca los había podido ayudar

Todas las noches antes de dormirse pensaba “cómo me gustaría que algún día Pedro, Inés o Julián me necesitaran y yo poder ser quién los ayude, pero me parece que esto no va a suceder". . . Y así se dormía afligido por no poder cumplir este deseo.

Un día cuando llegó a la escuela, la maestra le dio una gran noticia
-¡el viernes próximo se hará el campamento!!!!
¡No podía sentir tanta dicha era su primer campamento!, cómo estaba en preescolar y ya habían cumplido los cinco, estaban grandes para dormir en una carpa, sin la compañía de sus papás, cuántas aventuras vivirían, sólo faltaban siete días.

...Y llegó el viernes. . .
Estaban todos y todo, sus compañeritos, la señorita Clara, las cuatro carpas, la fogata, la guitarra, las bolsas de dormir. . . Y las nubes. . . Sí, desde la tardecita, se asomaban "amenazantes".

La tía Felisa que sabía mucho de nubes y cielos le había dicho:
-lleva botas de lluvia, porque se viene la tormenta.
Y la mamá se las había puesto dentro de su bolso.

Comenzó a oscurecer, el profesor de música cantaba la canción que más lo divertía, |su amigo Julián percutía unos toc-toc a su lado, cuando Pedro se le acercó al oído y le dijo en secreto:

-con Inés y Julián queremos ir al patio de los nenes más grandes. ¿Queréis venir?
-¿solos?
-sí, solitos los cuatro.
-pero, si la maestra nos descubre se va a enojar.
-esta entretenida, ¡dale vamos!
-está bien ¡vamos!

Así con pasos silenciosos y apurados salieron del patio de los niños más pequeños, pasaron por un pasillo con muchas luces, caminaron por la sala de computación, bajaron por las escaleras de mármol, atravesaron el jardín de las rosas y. . . Por fin llegaron al patio de los más grandes.

-¡oh! ¡Qué enorme es este patio! Se oía decir a Julián
-¡corramos! ¡ujiu!!! ¡Qué divertido! ¡Inés, ven hasta el bebedero, mira cuánta agua sale!
Inés llevando a Serafín tomado de su mano riéndose y corriendo, llegó hasta el glorioso bebedero, en donde los esperaba Pedro, para mojar sus manitos en el agua fría.

Los cuatro se abrazaban, corrían, saltaban, sus carcajadas se oían hasta la cocina del colegio.
De repente todo se oscureció.
-¡hay, tengo miedo!!-gritó Inés
-¿por qué? -dijo Serafín (que cómo no veía no se daba cuenta de lo que había pasado.
-no hay luz y no vemos nada.
-ni siquiera nos alumbra la luna porque está nublado-no terminó de decir eso Pedro, cuando un ruido estremecedor se escuchó casi dentro del patio.
-¡auxilio!!!!
-¡ayuda!!!!
-¡socorro!!!!
-eso fue un trueno-dijo tranquilo Serafín, no tengan miedo.
-pero es que no vemos nada y. . . Y. . . Comenzó a llover
-¡mamá!!!!!Buaaaa!- Lloraba Inés
-volvamos a donde están la maestra y nuestros amiguitos.

Adelante caminaba Serafín, que los guiaba, pues él no necesitaba la luz para caminar sin tropezarse, estaba acostumbrado, abrazada a él, Inés temblorosa y asustada, de su mano, Pedro que se reía de los nervios y por último Julián que sólo decía
-mamá quiero, a mi mamá.
-aquí está el patio de las rosas, me doy cuenta por el aroma, cuidado con lastimarse con las espinas.
-¡hay! Yo me raspé –gritó Julián-¡mi mamá quiero a mi mamá!
-caminen por el borde tocando la pared

En ese instante Pedro que se había soltado de la mano de Inés -exclamó- me golpee el pie, aquí hay algo.
-¡cuidado, es la escalera!!
-¿cómo sabes, Serafín?
-por el frío del lugar, yo siempre que subo esta escalera siento el frío del mármol. Deben subir con cuidado tocando con la punta del pie el siguiente escalón.
Cuando sintieron el último escalón, respiraron aliviados.
-ahora pasaremos por la sala de computación, las puntas de las mesas pueden dañarlos, estiren sus brazos para que sean sus manitos las que toquen con cuidado los escritorios de las computadoras.

Los tres amiguitos en hilera seguían a Serafín que los guiaba orgulloso.
Y por último. . .
-Patapluf!!!-Julián estaba caído en el piso porque se llevó por delante la puerta que los llevaba al gran pasillo.
-¡hay mamita, socorro!!
-aquí está el gran pasillo, abran sus brazos y toquen las dos paredes de los costados, caminen seguros y sin temor-les aconsejó Serafín.

Cuando llegaron al final escucharon la voz de su maestra y sus compañeros cantando:
"no tenemos mie... E... Do, no tenemos mie... E... Do”.
Despacito se acercaron al fogón y sentándose al lado de sus amiguitos, cantaron fuerte, fuerte la canción.
La señorita Clara los vio y les preguntó
-¿dónde estaban?
-fuimos al baño
-deben pedir permiso, para ir al baño, ¡que no vuelva a pasar!
-sí señorita, así será.

Los cuatro sonrieron dichosos por la aventura que habían vivido, pero Serafín era el más afortunado, pues había podido, por fin ayudar a sus amigos.
Nunca olvidaría su primer campamento.

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Después de haber realizado la lectura escribe un comentario acerca de lo que trató el texto.

Lectura del cuento 1 "B"

Hansel y Gretel En una cabaña cerca del bosque vivía un leñador con sus dos hijos, que se llamaban Hansel y Gretel. El hombre s...